ANDREA COSTAS LAGO

ENTREVISTA

Autorretrato

Nombre completo | Andrea Costas Lago

Año nacimiento | 1978

Lugar de nacimiento | Vigo

Estudios | Licenciatura en Bellas Artes

Actividad fotográfica | Arte editorial comercial

Año de comienzo de actividad | 1999

Estado actual | Activa en proyectos propios

Empresa fotográfica y/o colectivo | Ninguno

Sitio web | www.andreacostas.com

Andrea comenzó su carrera artística hace más de dos décadas dándose a conocer con el primero de dos libros publicados en la desaparecida colección fotográfica Do trinque, publicada por el Centro de Estudos Fotográficos de Vigo. Diversas instituciones, como el CGAC, poseen obra suya y todo el mundo en Galicia, que sepa de fotografía de autor, la conoce. En la siguiente entrevista Andrea nos explica el mensaje de sus obras, como fue el proceso de creación y cómo ha crecido como persona y artista durante todos estos años.

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Jose: Has creado obra fotográfica, performativa y videocreación. ¿Te sientes artista en general, fotógrafa, videocreadora…?

Andrea: ¿Podemos dejarlo en artista visual?

J.: Ya sabes que en el mundo del arte muchos artistas que usan la fotografía no utilizan el adjetivo fotógrafo/a para definirse, el típico: «No soy fotógrafo, soy un artista que usa la fotografía». Enrique Lista, en su entrevista, nos dio su opinión al respecto, muy extensa e intelectualizada, y que depende de varios factores y puntos de vista. Yo creo que si un artista usa la fotografía hasta dominar en cierto punto un aspecto técnico e intelectual de la misma, entonces esa persona es también fotógrafo, llámalo artista-fotógrafo, fotógrafo-artista… También pienso que una de las características que engloba la palabra fotografía, según el trabajo de la persona de la que se esté hablando, es arte ¿Tú que crees?

A.: Es una pregunta que suena algo desfasada en este momento de hibridación entre lo que se considera arte y otras manifestaciones culturales que, hace algunos años, se relegaban a la categoría de baja cultura como pueden ser la fotografía, el graffiti, cómic, videojuegos… Lo que llamamos Arte va cambiando según el momento histórico y social. El proceso de legitimación se va actualizando según los factores de validación vigentes en cada momento: el reconocimiento del gremio, de los expertos, de las instituciones y del público en general (elemento que hoy en día tiene mucho más peso gracias a las redes sociales). En este momento de etiquetas difusas y categorías expandidas me cuesta mucho elegir alguna que me defina.

Además la etiqueta fotógrafa, va asociada a un nivel de profesionalidad que yo he alcanzado en ciertos proyectos, pero no constituye mi manera diaria de ganarme la vida. Es una cuestión algo enrevesada… Incluso te diría que como artista no me importaría nada disponer de una persona o un equipo que se ocupara de los aspectos técnicos del oficio, a lo Gregory Crewdson (por pedir que no quede…) y te confieso que me siento incómoda cuando se me define como fotógrafa sin más.

J.: En el momento en el que estás finalizando tus estudios de Bellas Artes comienzas a exponer y a publicar tus trabajos, aquella era una época muy creativa en Galicia. Tu segundo libro lo publicaste, y expusiste el mismo trabajo, gracias a una beca. Supongo que cuando estabas viviendo esa época tan buena donde parte del dinero público repercutía de forma positiva en los creadores no te esperabas que a la vuelta de la esquina estaban por caer unos años tan oscuros como los que estamos viviendo ¿Cómo te sientes en estos momentos como creadora? Ya sabes: la gestión del MARCO, el estado del Centro de Arte Fotográfica de Vigo, la desaparición del Outono Fotográfico… Yo nunca me planteé que esto fuese a ocurrir ¿Y tú?

« …la expresión artística es una necesidad de los seres humanos y nunca va a desaparecer, encontrará su cauce, que irá variando según las circunstancias culturales y socioeconómicas.»

A.: Dentro de lo precario del mundillo, es cierto que hubo una época de grandes proyectos culturales y presupuestos generosos para actividades artísticas. Salir de una exposición con el catálogo gratuito bajo el brazo era muy habitual. Estos días he estado organizando mi biblioteca y me ha llamado poderosamente la atención este detalle. Parecía lo normal. Y aún así, incluso en esos momentos, en la mayoría de los proyectos expositivos, los artistas no cobraban nada. Pero al menos te daban un catálogo y te trataban divinamente. Y había muchos certámenes, concursos, galerías, exposiciones… lo que suponía un balón de oxígeno para el sector. Por otra parte, la expresión artística es una necesidad de los seres humanos y nunca va a desaparecer, encontrará su cauce, que irá variando según las circunstancias culturales y socioeconómicas. Eso lo saben las instituciones. Pero también puede ser un motor económico si se enfocan recursos y energía en proyectos dinamizadores. Las cosas están cambiando muy deprisa últimamente debido a las crisis económicas, sanitarias, de valores, ecológicas, digitales… Espero que encontremos cauces en los que la creación artística sea tan apreciada como se merece.

J.: En tus dos primeros libros, corrígeme si me equivoco, entre otras cosas, parece que hablas de la identidad y de como aceptamos nuestros cuerpos. Tengo la impresión de que en los últimos años se ha puesto de moda ese discurso en el arte fotográfico, y aquí quizá meta un gazapo porque no es algo de lo que esté muy al día, pero creo que esos trabajos suelen ser bastante más «abstractos» que los tuyos, como diría…, más encriptados. Con esto no quiero decir que tu obra me parezca fácil o simple, no es eso, para nada, aunque tampoco tendría eso nada de malo, me refiero a que me pareces más directa, ibas en línea recta al grano, cuando otros, me da la impresión a mi, se regodean más en una «parafernalia onírica», por decir algo… ¿Estoy equivocado?

De la serie 'Tiempo al tiempo'.

A.: Hablo del cuerpo porque es donde habitamos y nos constituye, es lo que somos. Aún así podemos relacionarnos con nosotros mismos desde la negación, la anestesia, la exaltación u otros tipos de desconexión. Para mí las personas resultan insondables y complejas en muchas facetas, incluyéndome a mí misma. En mi trabajo existe un deseo de desentrañar, de desvelar y comprender. También de aceptar como bien dices. Poder ver la realidad, apreciarla directamente y aceptarla como es, sobre todo la realidad que no podemos cambiar. Parece una obviedad, parece fácil, pero para mí no lo es y por eso se refleja en las piezas artísticas que he realizado en los últimos veinte años (fotografías, esculturas, instalaciones, performances y vídeos).

Por otra parte, colocar la cámara justo delante de la escena, usar un fondo neutro, carrete en blanco y negro… son estrategias básicas en fotografía. Me gusta como lo explica Roswell Angier en su estupendo libro Saber ver el retrato fotográfico: «si acepta el modelo mental de la fotografía como un tipo de práctica de tiro con arco zen, entonces la cámara se convertirá en su maestro. Sígala y permítale que el sujeto quede nítidamente enfocado en el centro del encuadre, y no piense más en ello». Es una manera de salvar la distancia entre quien observa la imagen y la persona que es fotografiada, intentando minimizar la presencia de la cámara y quien la maneja. Pero mis trabajos no son tan directos como retratos de Avedon, Sander o Vieitez, por ejemplo. No son tan documentales y muchas veces la modelo soy yo misma. Suelo usar planos cortos, recortes, manipulo y dejo evidencias de ese recorrido, lo cual refuerza la idea de honestidad, o eso espero.

J.: En 2002, después de dos años de experimentación, publicas tu primer libro Formas de ser ¿Comenzaste con el trabajo para ese libro cuando aún eras estudiante de Bellas Artes? ¿Es un libro dividido en tres partes, no? ¿Háblanos de él?

A.: Empecé a trabajar varias de las series que acabarían formando parte del libro en 4.º de carrera (cuando aún eran cinco años de licenciatura), en la asignatura optativa de fotografía tutorizada por Manuel Sendón. Hice algunos ejercicios en los que mi abuela era ya la protagonista. Después quise comparar su cuerpo anciano con el de mi hermana adolescente, para marcar más el contraste, pero al final tuve que ser yo la que posara y encontré que nuestras estructuras físicas eran muy similares. En el proceso de aprendizaje repetimos las fotos muchas veces con varias cámaras y aumentando las poses. Trabajé con focos de obra y carretes de formato medio en mi habitación, hasta que comprendí que esas imágenes necesitarían más control de iluminación y más resolución para detallar la piel al máximo. Al final de ese curso conseguí un estudio con cámara de placas en la facultad, lo preparé cuidadosamente y Diego (mi pareja) disparó siguiendo mis indicaciones. Tiempo al Tiempo es la primera serie que aparece en el libro. Se cumplen ahora 20 años de su creación y 10 del fallecimiento de mi abuela y me alegra enormemente que coincida con la decisión del CGAC de adquirir esta obra para su colección, ya que en esa institución nuestras imágenes permanecerán juntas y bien conservadas durante muchos más años. Ya ves que melancólica puedo llegar a ser, [risas]…

La segunda serie incluida en el libro se llama Incorporados. En ella superponía los cuerpos de mis familiares con el mío. En otro estudio de la facultad con fondo blanco y mucha luz, yo iba sujetando las imágenes ampliadas a tamaño real de mis allegados para que coincidieran con mi anatomía, mientras Diego me orientaba desde la cámara «un poquito más abajo, a la izquierda, la otra izquierda…». Un proceso que hoy habría sido muy fácil con una captura conectada y no tendría tanta gracia. Lo interesante de esa serie es que muestro la relación entre esas personas que me forman y lo que significan para mí. Desnudo nuestro vínculo tanto como nuestros cuerpos. Alguien comentó sobre esta serie que le daba cierto pudor mirarla, pero no por los cuerpos desnudos, sino por asistir a una declaración de amor tan explícita. Un amor agridulce y complejo, en el que se manifiestan la dependencia, la culpa, la imperfección y la utilización de los otros, además de la belleza o precisamente por todo eso, hermoso. Me encanta como lo definió un fotógrafo que conocí en Londres: «fuking honest».

La tercera serie surgió como necesidad, ya que el CEF me ofreció publicar un libro en su colección Do Trinque si conseguía una nueva serie a la altura de las otras dos. Así que durante unos meses dispuse de una cámara de placas, tanques y líquidos de revelado en casa de mis padres. Trabajaba con luz solar por lo que siempre estaba pendiente de las predicciones climatológicas y montaba pequeños sets por aquí y por allá. La serie se llamó Composturas y ubica partes del cuerpo de esas seis personas que conformaban mi universo más íntimo con los pequeños rincones de la casa donde nuestras vidas van sucediendo. Por ejemplo, a mi tía operada cinco veces a corazón abierto le hice una fotografía de la cicatriz del pecho, la abrí un poco en el papel y la coloqué en su máquina de coser (se dedicaba a la costura). Todos los lugares tenían relación directa con los quehaceres y dinámicas de cada familiar. Son visiones fragmentarias, que evitan la visión panorámica del tema, algo que para mí resulta inabordable en su complejidad.

J.: Ese fue el primer libro de la colección Do trinque que tuve en mis manos. Lo publicaste siendo muy joven, con sólo 24 años. Cada vez que iba a la sección fotográfica de una librería, si tenían libros del CEF siempre estaba en la estantería uno de los dos tuyos, o los dos. Supongo que se habrán vendido muchos ¿Te han dicho en el CEF cuál ha sido la respuesta del público?

A.: Se que quedaban pocos cuando inauguraron la exposición Cabodano en la sala del Teatro Afundación de Vigo en febrero de 2019. Allí regalaban un libro del CEF a cada visitante y los pocos que quedaban de Formas de Ser se agotaron enseguida. Hasta ahora ha sido el proyecto con más difusión en el que he participado, sin duda. Ha tenido mucha repercusión en Galicia.

J.: En ese libro tienes una fotografía de la cara de una persona dentro de un bote de cristal ¿Sabes cuantas fotos he visto como esa, a lo largo de los años, después de ver la tuya? La última fue hace poco ¿Te ha pasado a ti lo mismo?

De la serie 'Incorporados' del libro 'Formas de ser'.
De la serie 'Incorporados' del libro 'Formas de ser'.

A.: Me ha pasado más con otras. Las de mi abuela, una al lado de la otra. He visto portadas de revista casi calcadas. Y de la serie incorporados en la que hago coincidir mi cuerpo con el de familiares. Es un efecto visual que ahora se ha convertido en un juego muy repetido gracias a las cámaras digitales.

No tengo claro si marqué tendencia, tuve una intuición clarividente, fue el espíritu de los tiempos o más bien es que las estrategias compositivas no eran tan originales (posiblemente esto último). Pero sea como sea, ya está hecho y lo que me interesaba más no era innovar, sino experimentar y tratar de expresar algo muy personal utilizando pocos recursos. Mi madre me contó hace poco que cuando vio por primera vez esa fotografía se sintió sobrecogida y totalmente identificada, mientras que mi padre sigue sin comprender de dónde sale el agobio de mi madre que se refleja en la imagen. «Pero si tener un huerto con mucha producción es una riqueza…» suele decir él. Ambos tienen razones e interpretaciones. Por otra parte, perseguir la originalidad en los tiempos que corren resulta una quimera que puede llevar fácilmente al absurdo. Buscando información para un proyecto, últimamente, he encontrado una imagen casi clavada a lo que pretendía realizar y eso es muy probable que ocurra a día de hoy, al tener acceso a lo que hace cualquier persona del globo. El vocabulario puede ser similar e incluso decir casi lo mismo. Aunque suene raro, es algo que no me parece tan importante. No existe la creación en el vacío, desde la nada, la originalidad así entendida. Todas las experiencias y conocimientos previos influirán de alguna manera en el proceso de cristalización que supone la creación. Y aunque resulten cosas similares, habrá variaciones personales, contextuales, gramaticales… Incluso es muy posible que esos mensajes necesiten repetirse, actualizarse y volver a ser escuchados en múltiples ocasiones a lo largo de la historia.

J.: Supongo que has pasado por numerosas horas de laboratorio para positivar el trabajo de tu primer libro ¿Te gustaba ese proceso? Mirando hacia atrás ¿Qué es lo que sientes al comparar la labor de ordenador con la de laboratorio?

A.: La verdad es que pasé tres años prácticamente metida en laboratorios entre Pontevedra, Vigo y Barcelona, donde terminé la carrera y amplié las imágenes para exponer. Me gasté un dineral (la beca Novos Valores) en negativos, papeles caros y montar un laboratorio en casa. Acabé muy empachada de un proceso que me gustaba y sobre el que iba aprendiendo a base de prueba y error. Lo veo con nostalgia, admiro la calidad impresionante de las copias ampliadas en papel baritado a partir de negativos de 6 x 9 cm, pero aún no tengo ganas de volver a meterme en un fregado similar… El ordenador facilita muchos procesos aunque es una herramienta que no me agrada tanto físicamente, ya que requiere que el cuerpo esté inmóvil mucho tiempo y tampoco disfruto de los olores, el tacto y el misterio de las técnicas analógicas. Los procesos manuales tienen algo que me atrae mucho, su fisicidad, la acción, el movimiento. Por eso me atraen la escultura, la performance o la danza, algo que también se intuye en algunas de mis fotos.

«Es un proyecto que nace de mi sensación de desubicación en el mundo. En un momento vital en el que tras terminar la carrera necesito orientar mi vida en alguna dirección que me permita mantenerme y al mismo tiempo proseguir con mi carrera artística.»

J.: En 2006 publicaste tu segundo libro, Persoal e transferíbel, este libro es muy distinto del primero en cuanto a formato y estilo pero en realidad el discurso es parecido, al menos en parte, ¿no? Parece que vuelves a hablar de los problemas intrínsecos que todos tenemos en nuestras vidas. Explícanos el concepto y la realización de este trabajo.

A.: Es un proyecto que nace de mi sensación de desubicación en el mundo. En un momento vital en el que tras terminar la carrera necesito orientar mi vida en alguna dirección que me permita mantenerme y al mismo tiempo proseguir con mi carrera artística. Me veo exponiendo en salas de Galicia y España pero sirviendo hamburguesas o cuidando niños en Londres y no entiendo como lo hace la gente. Cómo organizan sus vidas, sus intereses y necesidades en el tiempo que tienen. Mis raíces estaban firmes en una genealogía que vivió de la tierra, del desarrollo industrial, pero me faltaban alas para comprender la realidad de una forma más abierta hacia otras formas de vida. Por eso viví un tiempo en Barcelona y en Londres y al volver traté de conectar con mis iguales haciendo varios cursos en el museo MARCO de Vigo (donde conocí por ejemplo a Mar Caldas y a mis queridas 3 Marías), empecé a trabajar como diseñadora en el estudio de Roberto Alonso y comencé con ese proyecto fotográfico gracias a una Beca del Ayuntamiento de Santiago de Compostela. Me llevó dos años darle forma. Contactar con personas muy diferentes en su origen, su edad , sus intereses. Proveer a algunos de ellos de cámaras digitales ya que en el 2004 no todo el mundo tenía una ni los teléfonos servían para eso. Les expliqué que necesitaba una visión sincera sobre sus vidas, todo tipo de momentos buenos, malos, cotidianos, excepcionales, no solo los que guardarían en un álbum de recuerdos. Algunxs se implicaron y otros los tuve que sustituir. Por ejemplo un chico que estaba en un programa de desintoxicación me contó que le habían robado la cámara y desapareció. Durante meses lxs «fotógrafxs» me fueron pasando material que yo organizaba y seleccionaba. Finalmente me quedé con una treintena de imágenes de cada persona y construí un mosaico en forma de cadena en donde cada eslabón se conectaba con el anterior y el siguiente. Todxs tenemos cosas en común por lo que esa parte no fue tan difícil como podría suponerse. También grabé entrevistas con las que realicé un audio que acompañaba la exposición. El montaje en la sala Torrente Ballester de Compostela es la pieza final. Es una instalación que incluía la cadena de fotografías, las voces de los protagonistas, una máquina expendedora con postales y textos de cada participante y un texto introductorio. Era la experiencia. El libro intenta dar fe de esa complejidad pero se queda un poco corto. Fue un trabajo inmenso del que se pudo disfrutar durante unos meses en el 2006, mucha gente visitó la exposición, aunque hoy en día la habría filmado con mucho cuidado para intentar preservar la esencia de la pieza. En todo el proceso mi papel fue el de productora, editora, participante y sobre todo el de directora. Desde el principio les dejé muy claro a todxs los integrantes que el resultado sería una interpretación personal del material que me hicieran llegar. En un caso la persona no estuvo de acuerdo con el resultado, lo curioso es que las otras ocho sí se sintieran identificadas con mi versión. Una vez más pequeños fragmentos que forman una interpretación mediatizada. Así entiendo la fotografía y el arte.

J.: En Persoal e transferíbel comienzas un texto con este párrafo: «A velocidade na produción fainos individuos consumidores de satisfaccións instantáneas; os mediadores véndennos intimidade allea, comunicación, realidade… e nese medio perdemos contacto con aquilo que anhelamos verdadeiramente, mentres modelan as nosas preferencias e se cadra… a nosa identidade». Y cuando creíamos que todo estaba acelerado llegan los smartphones y las redes sociales con sus algoritmos. La vida se acelera aún más y las relaciones entre las personas se debilitan también aún más. Cuando volví a revisar esta obra hace unos días, esos mosaicos de fotos me recordaron dichas redes, al bombardeo de imágenes del día a día de mucha gente. Pero cuando ves las fotos de tu trabajo una a una descubres cierta diferencia con las redes sociales de las que tú ya has hablado, y es que la gente en tu trabajo se expone de una manera más sincera y menos idealizada, exponen más su persona que la proyección de la misma. ¿Crees que tu trabajo hubiera tenido el mismo resultado hoy en día?

A.: Hoy en día hubiera sido mucho más fácil de llevar a cabo y más atrevido, posiblemente. La gente ya se está haciendo fotos que hace unos años sólo realizaban artistas como Nan Golding o Wolfgang Tillmans, de sus momentos menos buenos, cotidianos, más pegados a la realidad. Es cierto que también ocurre todo lo contrario y hasta hay países donde se considera de mal gusto compartir un retrato sin filtrar para mejorar los rasgos faciales. Las herramientas se van popularizando. Por ejemplo, hoy en día se publican más obras literarias que nunca, ya que se ha convertido en una posibilidad al alcance de más gente. Igualmente la fotografía es un lenguaje y se puede utilizar para expresar muchos tipos de mensajes en tonos y contextos muy distintos. Incluso en sí mismas las imágenes pueden ser el material con el que moldear una pieza, sin que sean propias ni hayan sido disparadas por nosotros. Hoy en día no sé si esta pieza habría tenido sentido tal y como estaba planteada, pero lo que sigue vigente es ese afán humanista de buscar nexos y entender otras maneras de afrontar la existencia.

J.: Has publicado tus dos primeros libros en una época en la que varios alumnos de la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra también publicaron libros de fotografía bajo la edición de Manuel Sendón y Xosé Luís Suárez Canal. ¿Has coincidido durante la carrera con Fran Herbello, Victoria Diehl o algún otro creador fotográfico?

A.: Tuve la suerte de coincidir en la carrera con Fran Herbello, Enrique Lista, Maruxa Fernández o Victoria Diehl aunque no estábamos en el mismo curso. En mi promoción estuvieron por ejemplo Felíx González y Rubén Ramos que utilizan la fotografía en muchas de sus piezas. La influencia de las experiencias vividas aquellos años tiene un calado profundo. Lo vivido dentro y fuera de la Facultad durante esos años de juventud es un tesoro y espero que las siguientes generaciones puedan seguir nutriéndose en entornos similares más allá de las pantallas y la teledocencia.

J.: Supongo que tu mayor maestro en fotografía habrá sido Manuel Sendón. ¿Cómo ha sido la experiencia de aprendizaje bajo su guía? Y ¿cómo ha sido la experiencia de publicar con él y con Xosé Luís Suárez Canal?

A.: Manuel Sendón es una persona que tiene las cosas muy claras y pone mucha energía para materializar sus ideas. Además es un profesor entusiasta y muy exigente. Para mí fue un maestro y un apoyo fundamental. Ahora lo puedo apreciar aún con más nitidez que en aquellos años. Además de editar el libro Formas de Ser, el CEF movió la exposición por diferentes salas de Galicia y me guardó las reseñas en prensa mientras yo vivía mi época más «trombólica» (como la definió un amigo) en Londres. Me presentó a Vari Caramés quien incluyó la serie Tiempo al Tiempo en la exposición Imaxes maiores que también itineró por Galicia, me presentó personalmente a Karen Knorr, a Antoine D’Agata, Joan Fontcuberta o Vixilio Vieitez, y a otros cientos de fotógrafos, que fueron grandes influencias, los conocí gracias a sus clases. Publicar con ellos fue muy fácil porque en el primer libro me dirigieron con mucha claridad y libertad a la hora de generar los contenidos y ellos se encargaron del libro por completo. Cuando no veían algo claro me lo hacían saber, pero me dejaban la última palabra si era posible. Por ejemplo, recuerdo que había una frase que no les parecía correcta ni comprensible «desnudo que los poseo» o «ispo que os posúo» en gallego, pero yo lo tenía decidido y así quedó. El segundo libro fue muy diferente porque me encargué yo del diseño pero también fue muy fácil porque me dejaron autonomía para maquetar como mejor me pareciera. Incluso para hacer un desplegable dentro del libro. Por otra parte, a veces su actitud resultaba un poco paternalista, algo lógico e incluso necesario, dadas nuestras respectivas posiciones y recorridos vitales en ese momento.

J.: Al terminar la carrera de Bellas Artes, y antes de publicar tu segundo libro, te vas una temporada a Londres ¿Por qué lo haces? ¿En qué condiciones te vas? Y lo más importante ¿Te gustó la experiencia? ¿te ayudó en algo como artista?

A.: La pura verdad es que no me dieron una beca que pedí para continuar estudiando y nunca había vivido en el extranjero. Me pareció que debía ser en ese momento de mi vida y me lancé de mala manera. No recomiendo hacerlo así a nadie… sin conocer el lugar, sin contactos y con poco nivel de idioma. Fue una huida hacia adelante en un momento convulso y confuso de mi vida. No me arrepiento pero reconozco que lo viví con una intensidad desbordante, en los buenos y los malos momentos. Como una montaña rusa. Hice muy buenas amistades y contactos. Saboreé la independencia, asistí a eventos y exposiciones fantásticas, colaboré en proyectos enriquecedores de teatro y danza contemporánea. También me sentí perdida y angustiada ante un futuro incierto. Todas las experiencias vitales son importantes para lxs creadorxs, por supuesto. En mi caso me ayudó a tener una perspectiva más amplia del mundo, comprender la sensación de ser extranjera, a replantearme mis objetivos y circunstancias.

J.: En realidad, tienes un libro anterior a tus dos primeros libros que no ha sido publicado ni puesto a la venta, se trata de una obra tuya creada en formato libro y titulada Palabras de amordolor. Háblanos de él.

Libro 'Palabras de amordolor'.

A.: Se trata de un poema grabado sobre la piel, sobre diferentes partes del cuerpo que fueron fotografiadas. Habla del dolor y las marcas no visibles que dejan las palabras hirientes de las personas que nos importan. Lo hice en diapositivas, como casi todo el trabajo en color que realicé en esa época, que luego digitalicé e imprimí. Las letras las fabriqué con cuerda y silicona. Dejaba caer mi peso sobre ellas y quedaban grabadas. Usaba una luz bastante fuerte que generaba sombras para marcar el volumen. El fondo negro y el color del cuerpo contrastan de una forma muy dramática. Una estética cruda acentuada por la última fotografía en la que se ve una boca abierta llena de chinchetas con la punta hacia arriba. Un estilo directo que enlaza con las acciones de artistas de los setenta, como Ana Mendieta por ejemplo. Es curioso porque cuando enseño estas piezas en alguna presentación, algunas personas me comentan que les sorprende el contraste entre lo que pueden percibir de mí como ponente (timidez, suavidad, humor) y la agresividad de las piezas. Vivimos en un sistema donde la violencia está muy normalizada y cada una la interpreta y procesa como puede…

 

Del libro 'Palabras de amordolor'.

J.: ¿Quien te enseñó a iluminar?

A.: A iluminar he ido aprendiendo poco a poco. Lo fundamental lo aprendí con Sendón; las primeras prácticas con luz controlada fueron en el plató de vídeo con Fernando Suárez Cabeza; seguí probando en casa con los focos disponibles; en el estudio con Alfonso Couto; varios cursos con Manolo Laguillo en la Universidad de Barcelona y en Vigo con Roberto Alonso y Alejandro Novoa; practicando con mis alumnxs y también haciendo alguna que otra foto… La verdad es que prefiero la luz natural o continua que los flashes y ahora las cámaras permiten mucha más calidad en escenarios de poca luz. Es un tema fundamental y me resulta especialmente complejo cuando intento hacerme fotografías a mí misma sin ayuda de terceras personas. Sigo aprendiendo a poner atención en lo que tengo delante.

J.: Después de Persoal e transferíbel te dedicas a realizar performance, durante varios años, formando incluso un colectivo. Eres una artista con diversas inquietudes y que no se casa con ningún estilo pero ¿Tenías ganas de alejarte un tiempo de la fotografía o realmente seguiste compaginándola con otros medios artísticos?

A.: Lo cierto es que ya había empezado con el grupo de performance 3 Marías antes de Persoal e transferíbel y también seguí haciendo proyectos fotográficos después como Presente contínuo, Nós ante a inmensidade, Inédito En Londres desarrollé mi interés por la danza y lo escénico y al volver quise continuar con esa faceta creativa. Unos años más tarde me distancié del mundo artístico y los motivos fueron una mezcla de cambio de foco en el mundo laboral y la desmotivación fruto de un problema personal. No encontré la manera de utilizar la fotografía como herramienta terapéutica y me dediqué a otros intereses que sí me ayudaban. En esa época de todas formas materialicé la pieza Inédito y el libro Cociñando ao pé da letra.

J.: El último trabajo fotográfico tuyo que yo supe de él en su día es Presente continuo, en esa serie vuelves a hablar del paso del tiempo pero a través de la sociedad gallega, de su transformación y convivencia de un presente, que va de la mano de la cultura pop global, con la tradición. ¿Estoy en lo cierto? Háblanos de esta obra.

A.: En esta serie, compuesta por dos dípticos, comparaba dos realidades y dos personajes que son coetáneos aunque sus universos simbólicos sean totalmente diferentes. En una imagen aparece una chica joven, vestida como una rapera delante de un rascacielos. En el cuello lleva un rosario que también sujeta con una mano. Podría parecer una fotografía de algún grupo musical tipo MTV. A su lado se contrapone el retrato de una mujer anciana vestida con la tradicional ropa de luto que era típica en la Galicia rural hace no tantos años. A su espalda los nichos de un cementerio repiten la estructura de fondo del edificio de la otra foto, una estructura similar pero para usos muy diferentes. En su mano, sujeto como si estuviera rezando, una cadena de tipo bling-bling del conejito de Playboy. Ese intercambio de colgantes resulta chocante al ver la imagen de la anciana con un rosario ostentoso y sexy (por decir algo), mientras que en el caso de la chica no llama la atención a priori que pueda llevar un símbolo religioso al cuello. Es esa dislocación la que hace el díptico misterioso e interesante. Existe otro díptico en versión masculina. En ambos casos el tema gira en torno al proceso de globalización que se me hacía muy presente en esos días, por el cual las culturas se van mezclando y conviviendo a veces de formas realmente extrañas. Es un fenómeno que percibo como una pérdida de biodiversidad, similar al de las semillas autóctonas ante la agricultura extensiva y modificada genéticamente. Por otra parte soy consciente de que las culturas nunca se estancan, evolucionan en ciclos de vida-muerte-vida y que son procesos imparables.

J.: Y en esta serie, como en tus dos anteriores trabajos fotográficos, vuelves a contar con la colaboración de familiares y amigos, da la impresión de que eres una persona muy querida en tu entorno. ¿Hay algún artista en tu familia o en tu grupo más cercano de amigos?

A.: En los orígenes de mi familia no existió mucho contacto con el mundo cultural porque son una raíces muy humildes. En mi generación empieza a haber algún primo músico y tengo muchas amigas artistas o relacionadas con este mundillo. También conocí a mi pareja durante la carrera de Bellas Artes. Respecto a poder contar con los seres queridos ¿para eso estamos, no? Esa es una de las valiosas frases de mi acervo familiar que me gustaría seguir transmitiendo a las siguientes generaciones. También lo podríamos considerar un arte, ¿no? También es verdad que últimamente me resulta más difícil esa disponibilidad, pero sigo intentando implicar a las personas cercanas. Puede que usando el arte como vía de contacto, como intermediario.

«Suena como la teoría de la reproducción masculina: cuanto más material genético siembres, más posibilidades de que algo fructifique y se perpetúe. Mi impulso creativo no lleva esa energía proliferativa. Voy despacio, compaginando intereses y circunstancias vitales en un equilibrio dinámico y de largo recorrido. O eso espero.»

J.: Sí, es cierto, para eso está la familia, aún así te felicito porque creo que has sido afortunada.

Y como es habitual en tus series, ha sido fácil saber de ella, creo recordar que vi este trabajo en el programa Zig zag de la Tvg., está en un catálogo del Outono Fotográfico. Incluso, en el 2009, cuando estaba yo en el estudio del fotógrafo y copista Enrique Touriño, me dijo que él positivó la serie. ¿Estabas en aquel entonces representada por alguna galería? ¿Lo estás ahora?

A.: Durante algún tiempo fui representada por una galería de Compostela que ya no existe. Ahora no lo estoy. Mi trabajo artístico es intermitente y la relación con el mundo comercial requiere de un compromiso que no he asumido hasta el momento. La mayoría de mis piezas han sido adquiridas por instituciones a través de concursos o exposiciones. He vendido o intercambiado muy poco y he regalado algunas más. Eso se debe en parte a que me cuesta desprenderme de las piezas. A que me gustaría que estuvieran en un sitio donde las vayan a cuidar bien. Se que es algo irracional e incluso contraproducente en este mundo en el que tiene más posibilidades de perdurar el que más produzca y consiga esparcir esa producción por el mundo. Suena como la teoría de la reproducción masculina: cuanto más material genético siembres, más posibilidades de que algo fructifique y se perpetúe. Mi impulso creativo no lleva esa energía proliferativa. Voy despacio, compaginando intereses y circunstancias vitales en un equilibrio dinámico y de largo recorrido. O eso espero.

J.: Tu siguiente serie fotográfica se llama Nós ante a inmensidade, la realizas en colaboración con la escritora Rosa Enríquez y tiene relación con el poema del mismo título de uno de sus libros ¿En qué se basa esa colaboración? ¿Es tu serie una ilustración de sus palabras, una interpretación, o algo distinto? ¿Se puede ver alguna de las fotos en su libro?

A.: El libro de Rosa Enríquez Vestíbulo da devastación ya había sido publicado en 2008 cuando ella y Marcos Sueiro, productor del evento me contactaron para formar parte. El proyecto consistía en una performance llevada a cabo por la propia poeta junto al actor Christian Escuredo. Se llevaría a cabo en distintas salas de Galicia en las que además se expondrían diversas piezas artísticas realizadas por varios autores para la ocasión (se puede consultar la ficha técnica en el blog de Vitor Nieves). Directamente me sugirieron el poema Nós ante a inmensidade como texto de base para hacer un trabajo personal. Las imágenes resultantes tienen relación entre sí pero también funcionan independientemente. La fotografía de la bañera sobre todo.

De la serie 'Nós ante a inmensidade'.

J.: Este trabajo, sí parece tener ese componente onírico que te comenté antes, que a mi por lo menos, no me parece presente en tus dos primeros libros.

A.: Es cierto. Era una vía que también me apetecía explorar en ese momento. Además me vino muy bien para implementar y practicar mis conocimientos técnicos en pre-producción, captura y edición. En mis trabajos hasta ahora suelo contar con los recursos mínimos necesarios y llevarlo a cabo todo yo misma. Aunque últimamente he hecho algunas tomas en el estudio de Roberto Alonso, gran profesional y amigo.

J.: ¿Cómo has realizado la fotografía en la que una chica desnuda está en el interior de una bañera y esta bañera está emplazada en un lugar repleto de gente? ¿Se trata de un montaje?

De la serie 'Nós ante a inmensidade'.

A.: Sí, como la mayoría de imágenes que produzco. Aunque no sean un collage, la propia puesta en escena, el punto de vista, la iluminación, la selección y el revelado, el texto que la acompañe… todos los factores se alinean para formar una imagen que nunca es neutra, aunque a veces lo pueda parecer. La fotografía de la bañera es un gran collage, un fotomontaje de varias tomas y muchas capas de recorte y ajuste en Photoshop. Tenía la idea y le pedí a una amiga bailarina que posara metida en la bañera que coloqué bajo la cornisa de la terraza de mis padres. Así pude fotografiarla cenitalmente con luz de día muy difusa. En otras imágenes de esta serie se metió en el mar, se colocó zapatillas de ballet en la cabeza o posó en lugares abandonados. Todo esto en el mes de febrero, así que se trata de una muy buena amiga. Las imágenes de la gente y el suelo las conseguí en la inauguración de una gran tienda de electrodomésticos. Había mucha gente y pude colocarme en una zona con barandilla el tiempo justo para disparar unas cuantas veces. Luego me invitaron a irme, como era de esperar. Hoy en día no creo que hubiera sido tan fácil… Tengo varias piezas con bañeras y camas. Son lugares que me sugieren intimidad y vulnerabilidad, donde las máscaras sociales no tienen sentido, donde podemos relajarnos y dejarnos estar, quizá tocar con la autenticidad incluso. En la composición decidí colocar la bañera y la bailarina un poco más grandes de lo que hubiera sido realista, para que ganaran protagonismo y también para que quedara una huella sutil de la intervención.

J.: Cuando dices «Hoy en día no creo que hubiera sido tan fácil…» ¿te refieres a la paranoia que existe hoy en día respecto a fotografiar en público? Como por ejemplo que en un aeropuerto esté prohibido fotografiar con una cámara pero todo el mundo puede sacar, y saca, su móvil del bolsillo para hacer fotos.

J.: Exactamente a eso, sí. En ese caso aproveché la confusión del gran evento y que debieron confundirme con una fotógrafa de prensa en principio. Es un fenómeno curioso que va perdiendo sentido a medida que los teléfonos incorporan cámaras de mejor calidad. En este caso el tamaño sí importa, como ya me comentó alguna vez un fotógrafo profesional respecto a la relación entre la apariencia del equipamiento técnico y el presupuesto del trabajo.

J.: Me apetece contarte la siguiente historia: No conozco personalmente a Rosa Enríquez pero la foto de la portada de su libro Unicrom fue realizada en mi casa, en Meis. Vitor Nieves, que es un antiguo amigo de cuando estudié fotografía, vino a casa por la noche después de un largo día trabajando en prensa y teniendo otro día igual de duro al día siguiente. Mi amigo Tati, también antiguo compañero de la escuela, trajo a sus dos hermanas, así que, en una habitación casi vacía, una de las hermanas de mi amigo se acostó sobre una mesa improvisada con un tablero y dos caballetes, Vitor la fotografió en distintas posiciones hasta llegar a la que se ve en la foto. No recuerdo como se iluminó la escena, sólo recuerdo que disponíamos de uno o dos trípodes, dos flashes y un flexo de escritorio. Creo que Tati, ahora un fanático de la divulgación científica y hater profesional de cualquier atisbo de pseudociencia, consiguió la imagen para el fondo en el sitio web de la NASA. El resultado final fue el de una adolescente flotando en el espacio y siendo atraída hacia una supernova, o algo así. Al final, creo yo, de una u otra manera todos estamos conectados como tú nos decías en Persoal e transferíble.

A.: Me encanta saberlo. Ahora ya conocemos algunas cosas más que compartimos. Espero que algún día podamos seguir descubriendo puntos en común en vivo y en directo Jose.

J.: Me gusta especialmente tu obra Inédito, una de las razones es la forma en la que combinas texto con fotografía, en esa obra tienes una imagen de tu padre y tu abuela paterna dándose un abrazo, a cada lado de la imagen, sobre la pared, están escritas unas frases que explican que esa es una muestra de cariño no habitual: «Para mí una visión extraordinaria, un gesto inédito, sin precedentes». Otra frase dice: «Un espejismo fugaz, aunque no falso en el fondo». ¿Te estás refiriendo aquí a la obra a la vez que a la muestra de cariño que refleja esa obra?

De la obra 'Inédito'.

A.: Sí me refiero a ambas cosas que, en este caso, son coincidentes. Esta pieza surgió a raíz del título. Sendón tenía una sección en la revista A Nosa Terra y un blog llamado Inédito y me invitó a participar. Pensando en algo para colaborar se me ocurrió hacer unas fotos de algo que nunca hubiera sucedido o que fuera inédito para mí. Como en tantas familias en la mía el amor no se expresaba ni física ni verbalmente, en todo caso mediante actos, haciendo lo que fuera necesario para esas personas (hacer comidas, pagar clases, ayudar en la huerta, etc.), aunque los sentimientos estuvieran ahí. La sesión fue incómoda al principio y tengo muchas fotos en las que queda patente esa falta de costumbre. El resultado es una serie de imágenes que no parecen algo tan especial, una madre y su hijo dándose un abrazo, un beso o apoyando la cabeza en el regazo del otro, pero para nosotros aquello fue una auténtica performance. Estas imágenes se expusieron de varias maneras mediante videoproyecciones o impresas en revistas. Finalmente la ampliación con el texto a los lados fue producida años después para la colección Alterarte y me parece una pieza preciosa, emocionante para los implicados. Sin el texto esta imagen perdería casi todo su sentido.

J.: Eres profesora de fotografía desde hace varios años en la escuela Aula D de Vigo ¿Cómo llevas ser creadora y profesora al mismo tiempo? ¿Te ayuda o te absorbe demasiada energía? ¿Te apetece pensar en tu fotografía después del trabajo?

A.: Como ya te adelanté antes me resultó muy difícil de compaginar. Es otra perspectiva sobre la creación orientada al mundo comercial (comunicación, diseño, publicidad…) que no conseguí empatar con mis proyectos personales, quizá más por cuestiones personales que laborales. Aprendí mucho en esos años y estoy muy agradecida a la escuela y su alumnado por haber tenido esa oportunidad. Ahora doy menos clases en Aula D y he empezado a dar algunas en la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra. Así que me encuentro en un proceso de reconexión con el mundo artístico y académico.

J.: En 2011 vuelves a colaborar con una poetisa y publicas con Yolanda Castaño el libro Cociñando ao pé da letra. Te has encargado de los retratos de los escritores que aportan una receta gastronómica ¿Este libro forma parte de tu obra personal como artista o lo consideras un trabajo comercial? ¿o algo a caballo entre los dos mundos?

Del libro 'Cociñando ao pé da letra'.

A.: El proyecto fue complejo. Yolanda quería contar conmigo para ir a casa de lxs escritorxs y fotografiarlxs preparando la receta que después tendrían que versionar literariamente. La intención era utilizar la excusa de la cocina para dar a conocer a algunos de los maravillosos autores y autoras que componen el excelente panorama de la literatura gallega actual. Durante varios meses recorrimos hogares y cocinas por toda nuestra geografía, desde Burela hasta Tui. En cada cocina monté los flashes y documenté la elaboración mientras Yolanda charlaba con ellos sobre literatura y diferentes temas. Esa parte del trabajo fue especialmente difícil para mí ya que las cocinas no suelen ser espacios demasiado fotogénicos ni bien iluminados, por no hablar de lo asquerosa que puede parecer la comida en una imagen a poco que te descuides… Antes o después de esa sesión más documental, les hacía un retrato que tuviera que ver con la receta, en una especie de poesía visual simpática relacionada con el plato. Por ejemplo Helena Villar Janeiro hizo una sopa de patata y su retrato es ella metida en la bañera como si se estuviera dando un baño de espuma pero con patatas. «Bacalao electoral» se titulaba el texto de Xavier Castro y decidí improvisar una especie de bandera con un palo y un bacalao que después introduje mediante fotomontaje. En algunos casos llevaba una idea de lo que podríamos hacer, pero en la mayoría de ocasiones se me ocurrían las poses dando una vuelta por la casa de los anfitriones. Fue muy intenso para mí, aunque no se debía notar tanto ya que todos comentaron que se habían sentido muy cómodos en las sesiones. Me maravilló la generosidad de lxs autorxs a todos los niveles: abriendo sus casas, cocinando entre flashes y disparos, posando y ofreciéndonos conversación y alimento para el cuerpo y el alma. Por último realicé toda una serie de poemas visuales a lo Chema Madoz para la portada y distintas secciones del libro. Me pasé un verano haciendo distintas versiones y las acabamos usando casi todas entre las distintas ediciones del libro. Desde luego fue un proyecto complejo por el que la Editorial Galaxia decidió apostar y que encontró su forma definitiva gracias al estudio de diseño Noncommon de Rai Iglesias e Iria Sobrino del que se puede ver una muestra en este enlace. El libro resultó finalista de los premios GOURMAND awards del año 2011.

J.: ¿Se ha traducido Cociñando ao pé da letra a otros idiomas y vendido fuera de Galicia?

A.: Eso no. Pero conseguimos el patrocinio de Gadisa para hacer una versión especial de 25.000 ejemplares para regalar el día de las Letras Galegas del 2011 en todos los supermercados de Galicia. Y también se imprimió una segunda edición cuando se agotó la primera. Para nosotras fue una gran satisfacción.

«La lactancia materna también puede entenderse como un peregrinaje lleno de dificultades, maravillas y aprendizajes que llevan al cuerpo y la conciencia propios a ponerse en contacto con lugares ocultos o poco transitados de nuestro ser.»

J.: Háblanos de tu fotografía Vía Láctea realizada en 2019.

A.: La pieza Vía Láctea es una imagen de gran formato (2,5 metros) en blanco y negro donde se ve una mujer de espaldas que acaba de dibujar una línea blanca sobre un fondo oscuro, con sus pechos. La pieza surgió a raíz de una propuesta de la comisaria Mercedes Rozas para participar en la exposición A paisaxe e a súa pegada, llevada a cabo en la Casa do cabido durante el último trimestre del 2019. La interpretación personal y subjetiva de los diferentes autores sobre el Camino de Santiago era la premisa previa y fundamental que daba sentido a la exposición.

'Vía láctea'.

En mi caso, trabajar desde el propio cuerpo y la experiencia personal, fue la manera de enfocar el tema del territorio. El camino como tránsito físico y espiritual. La lactancia materna también puede entenderse como un peregrinaje lleno de dificultades, maravillas y aprendizajes que llevan al cuerpo y la conciencia propios a ponerse en contacto con lugares ocultos o poco transitados de nuestro ser. A veces un acto placentero, lleno de paz y gozo mutuo. Otras una responsabilidad agotadora y exigente. Luces y sombras en la senda, marcada simbólicamente como un simple trazo horizontal, un rastro de leche salido directamente del pecho que, como un pincel, perfila una línea sutil y chorreante. Sugerencias abiertas… La reminiscencia al origen del mito astral. El diálogo con el trayecto místico y cultural. Y también una artista que se da autoridad como mujer y madre para expresar su visión, como si del gesto celebrado de cualquier genio expresionista se tratase. Porque sabe que esto también es. Y que es mucho.

La pieza resultante tiene mucha presencia debido a su gran tamaño. Estoy feliz de haber tenido la oportunidad de hacerla realidad. Es tan grande y delicada (va pegada directamente en aluminio) que he preferido que se conserve en un museo como el CGAC, al que la he donado hace unos meses.

J.: ¿Te dedicas a la fotografía comercial? Y si es así ¿Qué tipo de encargos resuelves? ¿Te ha ayudado ser profesora en Aula D para entrar en el mundo comercial?

A.: He hecho bastantes encargos. Para algunas empresas, museos, compañías de danza, teatro y música… pero realmente nunca me lo tomé como una actividad de la que pudiera vivir en exclusiva. Dar clase en Aula D me ha ayudado a crecer en muchos aspectos y a aprender muchísimo. Como puerta de acceso para dedicarme al mundo comercial no directamente, aunque mucho de lo que aprendía para dar clase repercutiera positivamente en ese tipo de trabajo y viceversa, lo que aprendía gracias al trabajo podía enseñárselo a mis alumnos.

J.: ¿Ha acudido a ti algún cliente gracias a tu obra artística?

A.: De una manera o de otra todos me llegaron a conocer por mi trabajo personal, lo cual no siempre es bueno. Tengo una anécdota al respecto. Tras publicar Formas de Ser se casó una de mis primas y me pidió que le hiciera las fotos de su boda. Sin grandes pretensiones, un registro informal que se complementaría con las fotografías que hicieran otros invitados al evento. Fue un desastre, lógicamente. Es un tipo de trabajo completamente diferente al que yo había hecho y en el que no tenía ninguna experiencia. Además aún se trabajaba con cámaras analógicas y yo iba como invitada. Le dejé los carretes y volví a Londres. No se si mi tía habrá conseguido superarlo, [risas]… Tiempo después hice algunas sesiones de boda más y las cosas ya fueron muy diferentes. La fotografía social me parece un campo muy complicado a día de hoy. Haciendo nuevamente una comparación con la literatura, es muy probable que alguien sea una eminencia escribiendo poesía pero no resulte brillante redactando un artículo de investigación.

J.: ¿Tienes algún plan en mente para el futuro respecto a tu carrera como artista, fotógrafa o docente?

A.: Ahora mismo estoy en el proceso de redactar una tesis doctoral sobre un tema sobre el que llevo algún tiempo trabajando a trompicones. Tiene que ver con la maternidad propia, el aprendizaje que conlleva y sus contradicciones. Las reflexiones que se hacen de estos temas son claramente insuficientes. Desde el arte y la sociedad en general. Escuchar la voz de las mujeres, de las mujeres madres es algo que se está empezando a hacer más, incluso aunque la pandemia suponga un retroceso en estos procesos. Son realidades que los nuevos feminismos están pudiendo integrar por fin, al igual que otras realidades sexuales o familiares divergentes. En mi caso, los primeros años desde el nacimiento de mis mellizos han supuesto una revolución vital muy intensa. En esos momentos no encontré energía ni manos para coger una cámara o cualquier otro utensilio de creación. Ha sido como estudiar una carrera a toda velocidad, pero con guías que se contradicen mutuamente. Muchas veces me he visto en situaciones que hubiera deseado registrar y algo he ido haciendo como he podido. Ahora se acaba una etapa y me planteo algunas acciones para despedirla. Espero que podamos ver algo de todo esto en un futuro próximo.

26/11/2020